sábado, 26 de mayo de 2007

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Un músico pop es un mecanismo humano de fascinación.
La extrañeza ante él es el primer hito del recorrido de la fascinación.
Pasado el momento de la sorpresa el mecanismo debe mantenerse en su reducto, inviolable.
A ese reducto Goethe lo llamaba "personalidad".
"El artista se diferencia del resto de los hombres
porque construye y reconstruye su personalidad.
Es lo que le da derecho a hacer exigencias ante la vida y ante sus semejantes."

Eduardo Benavente poseía personalidad en el sentido goethiano.
Veía al mundo con ojos diferentes y exactos.
Su estética era despiadadamente heróica y piadosamente irónica.
"El signo de una inteligencia de primer orden
es el de que es capaz de detenerse sobre dos ideas contradictorias
sin perder por ello la capacidad de funcionar.
Debería de poder entenderse que en las cosas no existe la esperanza
y sin embargo esta decidido a cambiarlas."
escribió Scott Fitzgerald.

Eduardo Benavente no era un alma lavada.
Sabia que toda vida era un proceso de demolición de cosas nunca demasiado tangibles.
La nieve es de una pureza engañosa.

"Me gustaba ser rápido, eficaz y preciso."
Esa frase podría haber sido su lema.

Eduardo Benavente murió en un accidente de automovil el 15 de mayo de 1983.

Benditos sean los muertos sobre los que cae la lluvia.

Paloma Chamorro
La Edad de Oro, TVE. 1983
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